Vivimos en una época de sobre-oferta de productos, tangibles y no tangibles, de invitaciones a consumir intensamente. Forma parte de las misiones de las familias el enseñar a sus niños a ser consumidores conscientes, es decir, saber elegir qué, cuánto y cómo de acuerdo a las necesidades y no de acuerdo a los mandatos sociales.
Poner límites no tiene como objetivo que los niños "se porten bien" sino enseñarlos a regular su comportamiento de acuerdo a lo que corresponde, es adecuado y saludable. Es una forma de enseñarlos a pensar antes de actuar. Por eso tenemos no solo que enseñarles el camino, sino también saber prepararlos para que sepan elegir por sí mismos.
Tanto el estrés como los miedos son fenómenos inherentes a la vida. Hay estrés sano y estrés tóxico. Hay miedos normales y de los otros. Los adultos podemos prepararnos para ayudar a los niños a gestionarlos de modo que salgan fortalecidos de estas experiencias que los van a acompañar de por vida.
El acoso es una manifestación más de violencia en los vínculos. No solo genera un gran sufrimiento a quien lo padece: lo daña de manera duradera. También daña a quien ejerce el acoso y a quienes son testigos de él. Es imperioso que tanto educadores, familias y pediatras tengan herramientas de detección, intervención y prevención.