En 1985, a los seis años, fue diagnosticado con un Linfoma de Burkitt. En ese entonces, el tratamiento para ese tipo de cáncer aún no presentaba buenos resultados. Treinta años después, su experiencia de vida fue puesta al servicio de un gran proyecto: el Hogar Hospitalario de la Fundación Pérez Scremini.
Su padre, pediatra oncólogo, fue uno de los médicos fundadores de la Pérez Scremini. De niña asistió a los campamentos de la fundación, compartiendo su infancia con pacientes oncológicos. De adolescente continuó como animadora voluntaria y hoy es médica pediatra especializada en oncología.
Ingresó a la Pérez Scremini a causa de un sarcoma de PNET. De adolescente vivió una etapa como voluntaria y hoy estudia dos carreras con un solo propósito: mejorar la calidad de vida de los niños y adolescentes con cáncer.
Ingresó a la Pérez Scremini en 2011 por un osteosarcoma que le implicó la amputación de una de sus piernas. Fue figura en el fútbol de amputados y eligió la medicina por su especial interés en la oncología y neurología.