El virus desestabilizó el estadio social y en consecuencia, toda la estructura sanitaria. Uruguay estuvo entre los mejores de la clase, pero un día nos derribó la ola. Lo más duro fueron las despedidas; la mayoría de ellas inesperadas. Y en un contexto aún más triste: por protocolos sanitarios no había oportunidad para el adiós.
La suspensión de espectáculos públicos fue una de las primeras medidas del gobierno en Uruguay, incluida en el decreto de emergencia sanitaria. La sensación de "cerrar todo" se trasladó al mercado laboral, en el que pasaron al primer lugar las habilidades blandas y el teletrabajo.